Cuando comencé mi participación en esta segunda edición de “Somos Científicos, ¡sácanos de aquí!” no tenía muy claro el tipo de preguntas que iba a recibir. Pensaba que lo más probable es que estuvieran relacionadas con la información que aparecía en mi perfil y con mi área de investigación. Lo que sí tenía claro, por lo que había oído de unos cuantos amigos que participaron en la primera edición, es que era una experiencia muy buena, a pesar del tiempo que había que dedicarle, que no era poco.
Muy pronto me di cuenta de que la realidad superaba a lo que yo había imaginado. Las preguntas no paraban de llegar a mi correo los primeros días, y eran muy variadas. No solo relacionadas con mi investigación, sino con cualquier otra cosa. Llegaban preguntas de física, de química, de zoología, de genética, de microbiología… Lo mismo ocurría en los chats, en los que nos bombardeaban con todo tipo de cuestiones, como si un científico de cualquier campo acumulara todo el conocimiento, como si fuéramos la Wikipedia. Esa curiosidad, esas ganas de respuestas me recordó que todos tenemos un científico dentro, ansioso por resolver problemas y conocer respuestas. Algunos, sin embargo, pierden esa curiosidad con el tiempo.
Otra cosa que me sorprendió fue la cantidad de preguntas personales y sobre nuestro lugar de trabajo que nos hacían. ¿Suspendiste alguna en el cole? ¿Te gusta cantar? ¿Tienes mucho tiempo libre? ¿Donald Trump o Hillary Clinton? ¿Tuviste que estudiar mucho para ser científico?, etc… Esta fue la parte que más me gustó de la participación: demostrar a los jóvenes que un científico no es una figura inaccesible que se encierra en su torre de marfil a salvar a la humanidad, sino una persona normal y corriente, con un trabajo de 40 horas semanales, con familia y aficiones. Es verdad que todos respondíamos que nos habíamos dedicado a la ciencia porque nos apasionaba, y que esa pasión nos había hecho trabajar y esforzarnos por conseguir nuestro sueño, pero queríamos que supieran que no es imposible, a pesar de que nuestro gobierno siga poniendo trabas y no quiera ver que Sin Ciencia no hay Futuro.
No tengo más que palabras de agradecimiento a todos los que han colaborado para que estas dos semanas hayan supuesto una experiencia maravillosa: a los organizadores, por todo el trabajo que hacen para poder llevar esto a cabo, a mis compañeros científicos, cualquiera de los cuales podía haber ganado ya que son muy buenos y, sobre todo, a los alumnos y sus profesores que, con sus preguntas, son los que hacen esto posible y que con su entusiasmo hacen que media hora de chat tecleando sin parar se te pasen en un suspiro ¡y encima te queden ganas de más!
Gracias a todos.
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